4 de junio de 2012

La vida sigue


Las dos horas siguientes las pase en la carreta conduciendo, intentando dejar en cada curva del camino los recuerdos que de él había en mi cabeza. Sin rumbo alguno terminé lejos de casa. Aparqué el coche y llamé al porterillo arriesgándome a que la persona que buscaba no estuviera allí, esa persona que semanas antes me había insinuado que había algo tras de él y que yo, tan ilusa como siempre no hice caso y ahora sufro las consecuencias.

- ¿Quién es?- respondió Alejandra
- Soy yo, abre-
- ¿Dan?- Después de pronunciar mi nombre con asombro y abrir la puerta, subí hasta el cuarto piso. Allí estaba ella, esperándome en la puerta, impecable como siempre con unos vaqueros una camiseta ancha y su melena morena, larga y ondulada sobre la cara. Sin pronunciar palabra alguna al verme me abrazo cogió el bolso y nos fuimos. Cogimos el coche y fuimos a comer a un restaurante, aunque era algo tarde teníamos la esperanza que nos pudieran servir.

-¿Qué a pasado? Porque se que ha pasado algo y no me mientas- me dijo mirándome fijamente.
- Debí hacerte caso cuando me avisaste. Hace unas horas he ido a buscarlo al trabajo para darle una sorpresa, pero la sorpresa me la he llevado yo. Cuando he entrado lo he visto con una mujer, me he acercado y ha llegado un niño llamándolo papá.- cuando pronuncié esa ultima palabra los ojos de Alex se salieron de su orbita.
- Casado y con un hijo. ¿Pero como ha podido esconder eso durante tanto tiempo? –
- No lo sé. Pero tampoco me interesa, solo quiero olvidar estos últimos meses y seguir mi vida- le respondí con una sonrisa. Y sí, eso era lo que iba a hacer. Voy a vivir mi vida como si cada día fuera el último y lo pasad, pasado está.
- Así me gusta cariño, positividad ante todo.- El camarero llegó con la comida y dejamos de hablar. Durante la comida Alex cambió de tema, pensó que ya era darle demasiado protagonismo en una conversación a una persona que no se lo merecía. Después de comer fuimos a tomar algo a “La Campana” situada en uno de los sitios más famosos de Sevilla.

Mientras tomábamos un helado, el teléfono sonó. Miré quien era y lo pusi sobre la mesa sin cogerlo.
- ¿Quién es?- preguntó Alex cogiendo el teléfono para mirarlo por si misma. Y sin tapujo alguno respondió al teléfono.
- ¿Pero qué haces Alex?- le dije en un intento inútil de quitarle el móvil.
- ¿Diga?- respondió.
- Danielle, escúchame, no cuelgues. dijo alguien al otro lado del teléfono.
- ¿Buscas a Dan?-
- Sí. ¿Alex?-
- Exacto, ¿qué quieres?-
- Dile a Dan que se ponga-
- Lo siento, esta ocupada en este momento-
- No juegues con esto, es muy serio.-
- ¿Ahora eres el que viene a dar lecciones sobre juegos?- Tras decir esto, Alejandra se enfado muchísimo, le colgó, respiro hondo, se levantó y nos fuimos.

Tras sentarnos en la ribera y pasear por el mágico barrio de Triana, lleve a Alex su piso. Eran cerca de las 10, me invitó a que subiera, lo hice pero sin ganas, a saludar a sus compañeros de piso. Después de un rato allí el teléfono sonó, fui a cogerlo.

-Espero que no sea de nuevo él-
- ¿Sí?- respondí.
- Danielle, ¿dónde estás?. Es muy tarde-
- ¡Mamá! He venido a visitar a Alex, y se me ha hecho tarde, enseguida voy para allá.-
- Me tenias preocupada. Vale, ten cuidado con la carretera cariño.-
- Sí, mamá. Ya salgo para allá- Colgué.
- Chicos, me tengo que ir. Es tarde y todavía me queda un largo camino hasta llegar a Córdoba.
- ¿Quieres quedarte?- preguntó Ismael uno de los compañeros de Alex.
- No, gracias. Mañana voy para Madrid y el tren sale temprano. Pero en otra ocasión me quedaré.
- Eso espero- me dijo con una gran sonrisa.
Alex me acompaño hasta la puerta, me abrazo y me dio un beso en la mejilla como despedida.
- Ten cuidado, y dame un toque cuando llegues a tú casa- me decía desde la puerta.
- Adiós, y gracias por todo- le dije desde la puerta del ascensor.

Me había ayudado pasar parte del día con ella. Por una parte me había olvidado de él por unas horas y por otra parte había comprendido que tenía que seguir mi vida, no podía estar mal por alguien que me había mentido. Y así me prometí que la iba a hacer.
 

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