Las dos horas siguientes las pase en
la carreta conduciendo, intentando dejar en cada curva del camino los recuerdos
que de él había en mi cabeza. Sin rumbo alguno terminé lejos de casa. Aparqué
el coche y llamé al porterillo arriesgándome a que la persona que buscaba no
estuviera allí, esa persona que semanas antes me había insinuado que había algo
tras de él y que yo, tan ilusa como siempre no hice caso y ahora sufro las
consecuencias.
- ¿Quién es?- respondió Alejandra
- Soy yo, abre-
- ¿Dan?- Después de pronunciar mi
nombre con asombro y abrir la puerta, subí hasta el cuarto piso. Allí estaba
ella, esperándome en la puerta, impecable como siempre con unos vaqueros una
camiseta ancha y su melena morena, larga y ondulada sobre la cara. Sin
pronunciar palabra alguna al verme me abrazo cogió el bolso y nos fuimos.
Cogimos el coche y fuimos a comer a un restaurante, aunque era algo tarde
teníamos la esperanza que nos pudieran servir.
-¿Qué a pasado? Porque se que ha
pasado algo y no me mientas- me dijo mirándome fijamente.
- Debí hacerte caso cuando me
avisaste. Hace unas horas he ido a buscarlo al trabajo para darle una sorpresa,
pero la sorpresa me la he llevado yo. Cuando he entrado lo he visto con una
mujer, me he acercado y ha llegado un niño llamándolo papá.- cuando pronuncié
esa ultima palabra los ojos de Alex se salieron de su orbita.
- Casado y con un hijo. ¿Pero como ha
podido esconder eso durante tanto tiempo? –
- No lo sé. Pero tampoco me interesa,
solo quiero olvidar estos últimos meses y seguir mi vida- le respondí con una
sonrisa. Y sí, eso era lo que iba a hacer. Voy a vivir mi vida como si cada día
fuera el último y lo pasad, pasado está.
- Así me gusta cariño, positividad
ante todo.- El camarero llegó con la comida y dejamos de hablar. Durante la
comida Alex cambió de tema, pensó que ya era darle demasiado protagonismo en
una conversación a una persona que no se lo merecía. Después de comer fuimos a
tomar algo a “La Campana” situada en uno de los sitios más famosos de Sevilla.
Mientras tomábamos un helado, el
teléfono sonó. Miré quien era y lo pusi sobre la mesa sin cogerlo.
- ¿Quién es?- preguntó Alex cogiendo
el teléfono para mirarlo por si misma. Y sin tapujo alguno respondió al
teléfono.
- ¿Pero qué haces Alex?- le dije en un
intento inútil de quitarle el móvil.
- ¿Diga?- respondió.
- Danielle, escúchame, no cuelgues.
dijo alguien al otro lado del teléfono.
- ¿Buscas a Dan?-
- Sí. ¿Alex?-
- Exacto, ¿qué quieres?-
- Dile a Dan que se ponga-
- Lo siento, esta ocupada en este
momento-
- No juegues con esto, es muy serio.-
- ¿Ahora eres el que viene a dar
lecciones sobre juegos?- Tras decir esto, Alejandra se enfado muchísimo, le
colgó, respiro hondo, se levantó y nos fuimos.
Tras sentarnos en la ribera y pasear
por el mágico barrio de Triana, lleve a Alex su piso. Eran cerca de las 10, me
invitó a que subiera, lo hice pero sin ganas, a saludar a sus compañeros de
piso. Después de un rato allí el teléfono sonó, fui a cogerlo.
-Espero que no sea de nuevo él-
- ¿Sí?- respondí.
- Danielle, ¿dónde estás?. Es muy
tarde-
- ¡Mamá! He venido a visitar a Alex, y
se me ha hecho tarde, enseguida voy para allá.-
- Me tenias preocupada. Vale, ten
cuidado con la carretera cariño.-
- Sí, mamá. Ya salgo para allá-
Colgué.
- Chicos, me tengo que ir. Es tarde y
todavía me queda un largo camino hasta llegar a Córdoba.
- ¿Quieres quedarte?- preguntó Ismael
uno de los compañeros de Alex.
- No, gracias. Mañana voy para Madrid
y el tren sale temprano. Pero en otra ocasión me quedaré.
- Eso espero- me dijo con una gran
sonrisa.
Alex me acompaño hasta la puerta, me
abrazo y me dio un beso en la mejilla como despedida.
- Ten cuidado, y dame un toque cuando
llegues a tú casa- me decía desde la puerta.
- Adiós, y gracias por todo- le dije
desde la puerta del ascensor.
Me había ayudado pasar parte del día
con ella. Por una parte me había olvidado de él por unas horas y por otra parte
había comprendido que tenía que seguir mi vida, no podía estar mal por alguien
que me había mentido. Y así me prometí que la iba a hacer.
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