Con el final de los exámenes llego
Febrero y con él mi cumpleaños, cogí un tren el primer fin de semana de Febrero
que tuviera libre para ir a casa.
Cuando llegué mi madre estaba
esperándome para recogerme y llevarme a casa, Sam no sabía que había llegado,
tampoco quise decírselo, quería darle una sorpresa yendo a su lugar de trabajo.
Y así fue, al día siguiente me vestí con unos vaqueros claros, una chaqueta
gris y una camisa azul. Cogí el coche y conduje hasta el trabajo de Sam. Al
llegar allí pude ver su coche aparcado frente a la fachada de un edificio
blanco y mostaza, donde la cadena “GRAZZIA” tenia las oficinas y el
restaurante. Entre allí y se podía notar la elegancia que vestían las mesas. Vi
a Sam de espaldas y me acerqué.
- Hola- le dije tocándole la espalda.
Él se giró y me miró asombrado y sin sabe como reaccionar.
- ¿Quién es Samuel?- le dijo la mujer
que estaba a su lado. Él seguía sin saber como reaccionar.
- Es una clienta que estaba esperando,
Fernanda le debió decir que estaba aquí- Mis ojos se desorbitaron al escuchar
aquellas palabras, cómo que una clienta, era su novia. No entendía nada de lo
que pasaba.
- Acompáñeme- abrió una mano
mostrándome el camino. Yo obedecí y pase delante de él. Al llegar a un pasillo
donde no podía vernos ni oírnos nadie empezamos a hablar.
- ¿Cómo que una clienta? Ahora,
después de todo tienes miedo de decir quién soy- le dije muy alterada.
- No sé que haces aquí, es más, no
deberías estar aquí-
- ¿Cómo que no debería estar aquí?
Eres mi pareja, quería sorprenderte. Pero veo que no soy bien recibida- En
aquel momento se abrió la puerta y un niño pequeño entro corriendo.
- Papá, papá, vamos a comer tengo
hambre- Sam lo cogió en brazos, lo besó y le respondió – Ahora voy Cristian,
papá está en una reunión muy importante- Mis ojos empezaron a llenarse de
lagrimas después de que aquel niño saliera de la habitación, cogí mi bolso y
salí de allí.
- Danielle, espera- dijo cogiéndome del brazo. Me solté bruscamente y me sequé las lágrimas como pude.
-No vuelvas a llamarme, no vuelvas a
buscarme, es más borra mi número, olvídate de mi nombre. ¡¡ALEJATE DE
MI!!- Salí de allí, cuando llegue a la salida me volví a encontrar a aquella
mujer.
- Buenas tardes- le dije mientras
abría la puerta y salía de aquel lugar. Aunque algo dentro de mi me decía que
me encarara a ella y le contará toda la verdad, pero por otro lado
aquel niño no era el culpable de que su padre fuera quien era, y no merecía que
una familia se rompiera por una aventura extra matrimonial de su padre con una
adolescente, 11 años más pequeña que él.
Cuando llegue al coche tiré el bolso
dentro y golpee el volante de la misma rabia e impotencia que sentía en mi
interior. Metí la llave y arranqué, en aquel momento vi a Sam dirigirse hasta mi
coche. En cuestión de segundos estaba impidiéndome marchar.
- Déjame que te explique, por favor.
Nada es como lo imaginas-
- ¿Entonces cómo es?- le dije entre
sollozos. Él no supo que contestar, tan solo pudo bajar la cabeza.
- No tienes respuesta para eso y para
nada- En esos momentos tan solo me culpaba a mi por ser tan imbécil de haber
creído en sus falsos te quiero y sus falacias. – Mira, sigue tu vida, olvídate
de mi. No sé si tendrás algún problema en tu matrimonio pero tampoco me
importa. Tan solo arréglalo, tu hijo no se merece lo que
su padre haga fuera de la familia- En ese momento supe que de verdad estaba
enamorada de él, llego al momento de dejarlo ir sin importarme, en cierta
parte, el daño que me estaba haciendo. Entonces comprendí que era real lo que
YO sentía por él.
- ¿Sigues sin decir nada?- arranqué el
coche.
- No, espera.-
- Ya es demasiado tarde, pero recuerda
la guerra entre quienes somos y quienes fingimos ser es una lucha que nadie gana,
y tú, claramente, no has sido el ganador- Eche marcha atrás y me fui a casa.
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