6 de febrero de 2012

Tour por la casa (II)







Bajamos las escaleras color caoba y baranda de metal que recorria las distintas plantas de la casa, en este caso llegamos al sótano, aparentemente un lugar inhabitable.


Entramos a la primera habitación que había frente a las escaleras; era una moderna habitación de invitados, decorada con cuadros y plantas interiores, en el centro de ella se hacia notar la cama de matrimonio vestida con llamativos tonos morados y blancos, y sobre ella 4 cojines de diferentes tonalidades: lila, violeta, berenjena, etc. Tras la puerta junto a uno de los laterales de la cama estaba el baño; tenía lo esencial, una ducha, una lavabo y un WC. 




En el pasillo junto a esta habitación estaba la cochera, yo decía que era como un concesionario privado ya que había todo tipo de vehículos desde el triciclo de Zoe hasta el “niño de papá” un Lamborgini Murciélago; a Iván abrió los ojos hasta más no poder y los frotó pensando si eso era realidad o un sueño. Lo saqué rápido de allí no quería tener problemas con mis padres si me veían allí enseñando algo tan privado para ellos. Frente a la puerta por la que salimos de la cochera había una gran puerta de madera con cristaleras adornadas con dibujos en ambos lados de la ella, entramos, y le mostré mi lugar favorito de la casa y en el que paso la mayoría del tiempo cuando estoy con mis amigos, en la habitación encontramos un gran sofá de piel color negro frente a una pequeña mesa de cristal, una gran televisión de 72’’ sobre una mesita de nogal, tras el sofá había un futbolín donde los chicos peleaban por ver quien era el mejor considerándose de un equipo u otro, aunque también tenían riñas por ver quien era el mejor en jugar al billar. Esta habitación tenía de todo, hasta una cocina, más pequeña que la principal, dónde especialmente preparábamos las barbacoas o las cenas de navidad que celebrábamos y en las cuales el garaje se convertía en una discoteca con luces y esa bola brillante que siempre me ha gustado.

Salimos por una puerta contigua a la cocina, daba a un pequeño pasillo lleno de flores tropicales que mis padres había plantado, y a una escalera que subía al jardín. Al llegar arriba se podía divisar gran parte de la ciudad sultana, bajo esa visión que teníamos de la increíble ciudad cordobesa una increíble piscina de dos metros y medio, en esta época del año tapada puesto que no la utilizábamos con este frío. Tras bajar unas escaleras y pasar la piscina, había un pequeño edificio que mi madre utilizaba como gimansio donde tenia su bicicleta de spinning y otros aparatos para hacer deporte. Tras la gran enredadera que separaba la zona de la piscina de la parte de abajo, le mostré una pista de padel y tenis, las cuales mando construir mi padre, gran aficionado a estos deportes, para jugar con sus amigos.

- ¿Qué te ha parecido la casa? – Le pregunté
- No tengo palabras, es sin duda la mejor casa que he visto.
Se dibujo una pequeña y inapreciable sonrisa en mi cara, supuse que se refería al echo de ser pizzero.
-Subimos?, te invito a una Coca – Cola.
- Lo siento no puedo tengo que irme entro a trabajar enseguida y aún me queda unos minutos hasta llegar al centro, pero gracias de todas formas – Dijo mirando la hora en el móvil.
- Como quieras –
- Nos vemos otro día, te mando un mensaje y quedamos después de navidad- dijo saliendo por la puerta
- Adiós-
- Bye- dijo mientras arrancaba la moto y se marchaba a toda velocidad hacia la pizzería.

- Ha estado bien volver a verlo y hablar con él, la verdad… creí que iba a ser peor – pensé mientras entraba en casa.

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