A mitad del trayecto abrí los
ojos, molesta por la luz que traspasaba la ventanilla; por lo que busque en mi
bolso unas gafas de sol que ponerme para evitar aquella molestia. No tenía
conciencia de lo que había pasado o estaba pasando a mi alrededor por lo que
empecé a mirar a todos lados, curiosa. Me quedé completamente asombrada con chico
que se sentaba frente a mi; moreno de intensa y penetrante mirada oscura con un
lunar bajo el ojo izquierdo que hacia aquella mirada más interesante, labios
carnosos y con un color rosado, y una sonrisa que brillaba por su perfección. Lo
miraba fijamente detrás de las gafas, esperando que no se diera cuenta.
-
Te molesta la luz del sol, ¿verdad?- dijo el chico cerrando el libro mientras
levantaba la cabeza esbozando una gran, dulce, tierna y cariñosa sonrisa.
-
Sí- asentí con la cabeza mientras apartaba mi mirada rápidamente de él. El
chico siguió leyendo el libro y yo volví mi mirada hacia él, su cara me
resultaba familiar, era como si lo conociera de algo o quizá, simplemente me
transmitía esa sensación.
El tren avisaba de la próxima parada, Madrid - Puerta de
Atocha, solté un leve suspiro.
-¿Estudias
aquí?- preguntó mientras guardaba aquel libro de filosofía en su mochila.
-
Sí, ¿tu también?-
-
Bueno, se podría decir que aprendo todos los días, no tengo un sitio fijo-
respondió con un aire de misterio.
El tren abrió sus puertas, y él se escondió bajo unas Rayban
aviator con un cristal oscuro tintado y se abrigo con una larga bufanda y una
chaqueta aparentemente de cuero marrón.
-Por
cierto, soy Danielle- me presenté. - ¿y tú?-
-
Me conocen como el chico del solamente tú- dijo mientras pasaba por detrás de
mi asiento y salía por la puerta del tren con su mochila al hombro.
¿El chico del solamente tú? Le dí vueltas a eso nombre mientras
salía del tren y salía a la calle. –Será una simple coincidencia- me respondí a
mi misma.
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