Cogí la maleta y salí de Atocha, llamé
al taxi y le indiqué la dirección del apartamento. Me coloqué de nuevo los cascos y seguí
escuchando la música que había dejado pausada al bajar del tren, “Pero si tu no
estás” de Nena Daconte. Mientras veía pasar a toda velocidad y difuminadas las
calles y monumentos de la capital, pensaba en Sam, en qué estaría haciendo en
ese momento; eso me recordó que se me había olvidado llamarle cuando había
llegado, saqué el teléfono y lo llamé; dio dos toques de llamada y respondieron
al teléfono.
- ¿Dígame?- dijo la voz de una mujer. Me
quede uno segundos parada ante el asombro de que una mujer contestara al
teléfono de él, - ¿Está Samuel?- pregunté
- No, ¿quién le llama? –
- Soy Danielle, dígale que me llame,
gracias- colgué el teléfono rápidamente. Mi corazón se aceleraba a cada segundo
que pasaba, cada vez más y más, mi respiración se entrecortaba a la vez que las
pulsaciones de mi corazón subía, y miles de preguntas se amontonaban en mi
cabeza; intenté dar respuestas inútiles e inservibles a mi razón, pero me
tranquilice por mi bien. Me bajé del taxi y abrí la puerta de casa, solté las
cosas en mi habitación, cogí el teléfono y llamé a Paloma, una de mis amigas y
apoyos allí en Madrid, quedamos para comer en un restaurante de la famosa calle
Serrano. Estuvimos toda la tarde poniéndonos al día, hablando, entrando a una
tienda y a otra, y paseando por las distintas calles de la capital. Se echó la
noche y cada una volvió a su apartamento. Al llegar la luz y el sonido de la
televisión provenientes del salón que significaba que algunos de mis compañeros
de piso ya estaban allí, aunque Carlos sabía que ya estaba allí porque vi la
maleta en su habitación.
-Hola chicos, feliz año- les dije
tirándome al sofá con ellos.
Sergio empezó a hacerme cosquillas y
Violeta se unió al él, yo me retorcía y gritaba para que me dejaran, las risas
y carcajadas no cesaron a lo largo de la noche; como era normal, nos contamos
todo lo que habíamos hecho en Navidad, les conté mi viaje a Paris y se quedaron
impresionados, entonces recordé que tenía sus regalos en la maleta, quería
dárselos cuando estuvieran todos juntos.
Era tarde, ya bien entrada la
madrugada cuando llegué a mi habitación me senté en la cama y me tendí, me puse
a pensar en todo lo que había pasado hoy y me quede un buen rato pensando en
aquellas palabras “Me conocen como el chico del solamente tú” ¿qué quiso decir
son eso?, la verdad no le di muchas importancia sólo intentaba recordar su cara
con total claridad aunque me era casi imposible a pesar de no llevar mucho sin
verlo. Me levanté y encendí el Mac, abrí el correo por si Sam se había dignado
a mandarme algún email después de haberlo llamado, pero ni rastro de mi chico.
Me puse el pijama y me metí en la cama, mañana sería otro día y quizás podría
hablar con él si los exámenes me dejaban.
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