6 de abril de 2011

19. Locura desatada --

La puerta se cerro tras él, me quede parada unos segundos y continúe mi hazaña de subir la maleta a mi habitación, daba gracias de que no pesara tanto como la de la universidad.

Por fin había llegado arriba, subí la maleta a la cama y empecé a sacar la ropa y a colocarla adecuadamente en su sitio.

*Espero que mi madre no se de cuenta demasiado pronto de tanta ropa...* dije para mi

Baje la maleta de la cama y la lleve a una pequeña habitación al final del pasillo donde mi madre suele guardar las maletas y otros cachivaches. Al volver Sam estaba tumbado boca arriba sobre mi cama; no lo esperaba allí, era tan silencioso cuando quería. Di la vuelta al colchón y me tendí a su lado, coloque la cabeza lentamente sobre su pecho, en el silencio podía escuchar el latir de su corazón, relajado y sonoro. Levante la mirada y el seguía con los ojos  cerrados, me gusta mirarlo cuando duerme. De repente abrió los ojos y nos quedamos mirándonos mutuamente durante unos minutos sin pronunciar palabra alguna.

Me gusta tu mirada- dijo mientras me retiraba el pelo.
¿A sí? ¿Y eso por que?-
Dicen demasiado-
Y que dicen ahora mismo!-
No lo sé, intento descubrirlo, por eso no dejo de mirarte nunca, quiero saber que esconden esas dos estrellas que me enamoran- expuso mientras se incorporaba y se ponía a mi altura.
Me sonroje y a la vez sonreí, como podía ser posible que en tan solo un mes sintiera lo que estoy sintiendo.

Sam se levanto
¿Dónde vas?-
Bajo la persiana y dejo que algunos rayos de la tarde entraran entre ella.
Quiero que seas mía- dijo mientras se quitaba el jersey color rojo que llevaba.
¿Tuya? Soy tuya desde el primer momento en que me conociste-
De esa manera no- decía mientras se tumbaba sobre mi e introducía sus manos entre mi pelo.

Me deje llevar por la situación, siempre lo había echo, desde el primer momento en que probé su cuerpo aquel caluroso día de verano.


Se acercaba lentamente, me besa, dulce, sincero, tierno, suave. Me coge y me coloca sobre él. Y pensar que un chico, que digo un chico, un hombre es un hombre de 29 años me haga sentir lo que ningún otro. Las cama se va desasiendo, poco a poco la pasión de apoderaba lentamente y a su debido tiempo de ambos. Entre los besos y las caricias Sam desabotonaba mi camisa y la dejaba caer suave y lentamente por mi espalda. Con una sonrisa, una simple sonrisa y muy lentamente se quitaba la camiseta que llevaba y dejaba al descubierto su fornido cuerpo. El olor de su colonia impregna mis manos al acariciar su marcada, fuerte y suave espalda. Mi pechos pueden sentir su contorneado y tórrido abdomen. Y miradas que se buscan jugando entre las sabanas. Dibujar con una caricia, los confines de lo que se siente. O intentarlo al menos. Y sentir como se pega mi largo cabello mojado sobre su cuerpo, en aquel deseo sofocado, tímido; descubrir que se tiene miedo a atreverse. Pero tener ganas. Tantas. Y seguir adelante así, dejándose llevar por la corriente del placer. Y seguir así, con esas notas que salen del ordenador, canciones que Sam había puesto y que acompañan con dulzura el latido de nuestros corazones. Con los ojos casi cerrados, Me pierdo en aquella marea que huele toda a él, a Sam, a sus besos, a sus largos suspiros, a ese hombre que consiguió enamorarme con una sonrisa. Y la noche se acerca y la luna se hace sonar entre los pequeños huecos de las persianas.

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