18 de marzo de 2011

18. Hogar, dulce hogar--

Me monté en el coche, el camino se hizo mas ameno de lo que esperaba.

A donde me vas a llevar esta noche?- dije mientras ponía los pies sobre el salpicadero.
Ah sorpresa- expuso mientras me bajaba los pies.
Mas sorpresas aun?-
Soy una caja de...-
De bombas, una caja de bombas- le interrumpí.
Y de bombas por que?- rechistó.
Porque nunca se por donde vas a explotar, pero sabes que?, me encantan tus explosiones- decía mientras lo miraba con insinuación.
Sam se reía.
Y bien, ya hemos llegado, abajo princesa- dijo a la vez que abría al puerta del coche.
Gracias, Abu.. Señor- le respondí con risa burlona.

He oído bien? Me ibas a llamar abuelo?- replicó mientras me cogía para hacerme cosquillas.
Vale, ya déjame, tengo muchísimas cosquillas- le repuse retorciéndome.

-Vaya, ya estáis aquí chicos?
Rápidamente Sam y yo nos separamos.
-Hola mama-
-Entrad, yo llevare las maletas
-Muy amable por tu parte Samuel- le respondió mi madre mientras pasaba su mano por mi hombro.

Entramos a casa la luz del sol iluminaba la gran entrada de casa, nada mas entrar se podía apreciar una maceta de orquídeas, las flores preferidas de mi madre.

Deja la maleta ahí, luego la subo-

Samuel te quedas a comer?-
Sí, mama pon otro plato- respondí antes de que saliera palabra alguna por su boca.

Pero por que?- repuso Sam
Quiero estar contigo, solo eso-
Vale, vale, cristalino como el agua nieta- dijo mientras me guiñaba un ojo
Esta bien, pero ahora abuelo tempo has llamado tu mismo guapo- le respondí mientras entraba en el pasillo.

A Sam se le quedo cara de asombro y tras quedarse parado unos segundo me siguió, me asome al salón pero papá no estaba, que raro.

Mama, y papa?-
Arriba, enseguida baja-
La ayudo en algo señora?-
No me llames señora, no soy tan vieja, llámame por mi nombre, Natalia-
De acuerdo, lo tendré en cuenta para lo próxima vez- le respondió Sam sonriendo.
Yo voy a preparar la mesa mamá, me ayudas Sam?-
Si-

Abrí el armario y cogí 4 platos, se los di a Sam, mientras yo llevaba los cubiertos y los vasos.
Salimos de la cocina y entramos en el comedor, estaba distinto, mis padres habían hecho reformas, habían colgado algunos cuadros nuevos y pintado la habitación de distinto color, muy bonito en mi opinión.
Colocamos la mesa y poco después llego el almuerzo.
De primero paella, de segundo trucha con una salsa suave de ajo y para terminar, de postre helado.

Durante la comida Sam y mi padre habían estado hablando sobre deportes y negocios, mientras yo ayudaba a mi madre a servir la mesa.
Tras terminar mi padre, Sam y yo, charlábamos animadamente.

-Pablo, ¿Puedes recoger la mesa?- le dijo mi madre asomando la cabeza por la puerta de la cocina.
-Claro cariño, perdonadme- dijo mientras se levantaba de la mesa y recogía los platos.

Unas horas después, mis padres se dirigieron al salón donde Sam y yo nos encontrábamos.
-¿Donde vais tan guapo?- dije mirando a mis padres de arriba  abajo.
-Vamos a cenar con Francisco y Roxana- Respondió a mi madre
-Natalia, date prisa, que siempre llegamos con la hora justa- gritaba mi padre desde la cochera.
-Adiós chicos, portaos bien- dijo mientras guiñaba un ojo y salía a toda prisa cerrando la puerta.

-¿Como que malos?, esta mujer se cree que soy el diablo personificado.
Sam se reía al escuchar mis palabras.

-Voy a subir las maletas a mi habitación.
-Te acompaño- decía mientras me agarraba por la cintura y me besaba el cuello.
Se despego rápidamente de mi y se dirigió hacia el coche a coger algo.


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