Los días transcurrieron mejor de lo que esperaba.
Recuperamos el tiempo que habíamos perdido desde que estudiaba en Madrid, así que pasamos cada día juntos, incluso escapamos a Marbella a una casa que Sam tenía allí, el decía que era un fin de semana romántico, y la verdad que lo fue, y mucho. Una noche me sorprendió, salimos a pasear a la playa y al volver y subir las escaleras encontré un camino de pétalos y pequeñas velas de color rojo que desprendían olor a fresa, seguí con paso firme el rastro se las velas y entre a la habitación, allí las velas se encontraban a un lado y a otro de la sala, sobre la cama un ramo de rosas blancas y una sola rosa roja. Sam me abrazaba por detrás mientras me besaba el cuello, -¿te gusta?- me susurro al oído.
-Sí, muchísimo. ¿significan algo ambos colores?- le respondí.
-Las rosas blancas son para que en cada pétalo puedas escribir una nueva historia, y la roja el amor, porque detrás de toda esta historia hay un gran amor, nuestra historia- contesto.
Esa noche fue mágica, la pasión se apodero de nosotros y nos demostramos amor como mejor podíamos hacer en ese momento.
Y el día llego y con él la hora de marcharnos, nos tocaba pasar la noche separados puesto que era Nochebuena y cada uno cenaría con su respectivas familia, pero a medianoche nos reencontraríamos para pasar otra noche más juntos, aun que no solos.
Llegaron las doce y era la hora de preparase, había quedado con Sam dentro de hora y media en la puerta de casa, me recogería en el coche e iríamos juntos para la casa de Amanda, otra de mis amigas y que justo ese 25 de diciembre cumplía 18 años.
Tras tomar algunas copas empezó s abrir los regalos, pulseras, pendientes, ropa, y llego la hora de abrir el nuestro, -lo compramos cuando estuvimos en Marbella- le dije. Al abrirlo se quedo boquiabierta, era un precioso bolso en piel negro con el asa en cadena plateada de Chanel. Se acerco a nosotros y nos dio un fuerte abrazo y nos agradeció el regalo y la asistencia.
La noche continuaba, el alcohol ya empezaba a hacer su efecto, el tonteo y el roce era constante entre los asistentes, incluso algunos daban rienda suelta a su atracción en la esquina del salón.
Salí al jardín para despejarme un poco, teníamos cabeza aturdida de tanta música. Sam salió tras de mí - ¿Estás bien?- pregunto.
-Sí, solo que quería tomar un poco de aire- conteste.
-Tengo algo que decirte- dijo él. Me asuste, su rostro estaba serio, me tenia lo peor, metió la mano en la chaqueta y de ella saco un sobre, lo puso sobre mis piernas -ábrelo- dijo.
Procedí a abrirlo, dentro se encontraban 2 billetes de avión.
Mis ojos se iluminaron al verlo y una amplia sonrisa lleno mi cara. -¿y esto?- le pregunte sujetando los billetes en la mano y mostrándoselos. -Feliz Navidad cariño- respondió dándole un beso en los labios.
-Salimos mañana rumbo a Paris- prosiguió.
Era increíble la cantidad de sorpresa que había tenido desde que llegue, y todas venían departe de él. Cada día estaba más enamorada, y los sentimientos se afianzaban, incluso llegaba a imaginarme un futuro junto a él.
-Sí, muchísimo. ¿significan algo ambos colores?- le respondí.
-Las rosas blancas son para que en cada pétalo puedas escribir una nueva historia, y la roja el amor, porque detrás de toda esta historia hay un gran amor, nuestra historia- contesto.
Esa noche fue mágica, la pasión se apodero de nosotros y nos demostramos amor como mejor podíamos hacer en ese momento.
Y el día llego y con él la hora de marcharnos, nos tocaba pasar la noche separados puesto que era Nochebuena y cada uno cenaría con su respectivas familia, pero a medianoche nos reencontraríamos para pasar otra noche más juntos, aun que no solos.
Llegaron las doce y era la hora de preparase, había quedado con Sam dentro de hora y media en la puerta de casa, me recogería en el coche e iríamos juntos para la casa de Amanda, otra de mis amigas y que justo ese 25 de diciembre cumplía 18 años.
Tras tomar algunas copas empezó s abrir los regalos, pulseras, pendientes, ropa, y llego la hora de abrir el nuestro, -lo compramos cuando estuvimos en Marbella- le dije. Al abrirlo se quedo boquiabierta, era un precioso bolso en piel negro con el asa en cadena plateada de Chanel. Se acerco a nosotros y nos dio un fuerte abrazo y nos agradeció el regalo y la asistencia.
La noche continuaba, el alcohol ya empezaba a hacer su efecto, el tonteo y el roce era constante entre los asistentes, incluso algunos daban rienda suelta a su atracción en la esquina del salón.
Salí al jardín para despejarme un poco, teníamos cabeza aturdida de tanta música. Sam salió tras de mí - ¿Estás bien?- pregunto.
-Sí, solo que quería tomar un poco de aire- conteste.
-Tengo algo que decirte- dijo él. Me asuste, su rostro estaba serio, me tenia lo peor, metió la mano en la chaqueta y de ella saco un sobre, lo puso sobre mis piernas -ábrelo- dijo.
Procedí a abrirlo, dentro se encontraban 2 billetes de avión.
Mis ojos se iluminaron al verlo y una amplia sonrisa lleno mi cara. -¿y esto?- le pregunte sujetando los billetes en la mano y mostrándoselos. -Feliz Navidad cariño- respondió dándole un beso en los labios.
-Salimos mañana rumbo a Paris- prosiguió.
Era increíble la cantidad de sorpresa que había tenido desde que llegue, y todas venían departe de él. Cada día estaba más enamorada, y los sentimientos se afianzaban, incluso llegaba a imaginarme un futuro junto a él.
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