9 de enero de 2011

1.Continuos cambios-- Origen

  Hacia más de un mes que había comenzado la universidad, me había embarcado en el mundo de los idiomas, me apasionaban desde niña y puesto que tenía una gran facilidad para dominarlos no dude ni un momento en la elección de la carrera, y aun que me había amoldado con facilidad, los continuos cambios que diariamente sucedían me descolocaban.  

  Pero me gustaría empezar por el principio...
Nací en una ciudad costera al sur de la Península, Andalucía, tierra para la que no tengo palabras... Pase toda mi infancia y mi adolescencia allí, donde fui forjando nuevas amistades, algunas verdaderas y que todavía en la actualidad duran, y otras se hundieron como un barco de papel.
Fui creciendo y de repente me vi buscado casa en la capital española, pues había entrado en una universidad madrileña. Pase la mayoría del verano allí, ya que me tenía que desplazar a menudo, si no era por la universidad eran por el contrato del piso...
Tras esto el verano continuo y volví a mi pequeña ciudad donde me esperaban millones de preguntas por parte de mis amigas, y de mi parte también hacia ella ya que la mayoría teníamos la misma edad y nuestros caminos se separaban en menos de 2 meses; por lo que decidimos aprovechar el verano resto de verano que nos quedaba.


  Y sin darnos cuenta nos plantamos en Septiembre, y con él, un camino nuevo para cada una de las que habíamos escogido el camino de seguir formándonos un futuro fuera de nuestro lugar de origen, unas para Sevilla, Córdoba y Granada, algunas compartirían residencia ya que habían sido admitidas en la misma universidad. 
Pero yo no tuve esa suerte, aun que no me arrepiento, pero las hechas de menos, tantas tarde en las que quedábamos para tomar café, las horas que habíamos pasado fotografiándonos todas juntas.
Pero fueron pasando los días desde que empezamos la universidad, y poco a poco estamos entrando en Diciembre y con el Navidad, y la tan deseada vuelta a casa, reencuentros, regalos y sorpresas... Y las continuas rondas de preguntas que se te pasan por la cabeza: ¿seguirá todo igual?, ¿se acordaran de mi?, ¿me echarán de menos...? Pero todo esto posiblemente me lo pregunte por la persona que había sido hasta el momento la más importante y en la que había pensado continuamente, siempre que tenían un hueco; Sam, un chico de 29 años,  moreno, de pelo corto, ojos miel, alto y con una anatomía marcada. Lo había conocido a mitad del verano a través de un chat, a partir de ahí habíamos mantenido diariamente el contacto, siempre que su trabajo y mis estudios lo permitieran, y aun que nos habíamos visto en Madrid más de una vez, ya que subía por cuestiones de trabajo, siempre se te pasa por la cabeza si habrá conocido a mas chicas y si se habrá enamorado. Pero todo ello lo iría descubriendo a medida que empezara la Navidad.
 

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